martes, 23 de octubre de 2012

Fraternidad

“Mantengan entre todas la unidad del mutuo amor que es vínculo de perfección” (Regla X,7)


La fraternidad evangélica es para San Francisco y Santa Clara uno de los ejes entorno al que gira nuestra vida. Esta fraternidad parte de una experiencia de fe: “cuando el Señor me dio Hermanos”, dirá San Francisco en su Testamento; “juntamente con las pocas Hermanas que el Señor me había dado a raíz de mi conversión”, nos dice en su Testamento Santa Clara.



“Amándoos mutuamente con la caridad de Cristo, mostrad exteriormente por las obras el amor que interiormente os alienta, a fin de que, estimuladas las Hermanas con este ejemplo, crezcan siempre en el amor de Dios y en la caridad recíproca” (Testamento)

Surge así el valor inestimable del don de la fraternidad, de la comunión de vida en fraternidad, de la vida en comunión de amor. No en vano, San Francisco es considerado el “Hermano universal”, y Santa Clara ha sido definida como “fuego de caridad, miel de bondad, lazo de paz y comunión de fraternidad”. Por eso nosotras vivimos una alegría fraterna que no acaba sino que se esparce. Y es esta fraternidad el lugar en el que el Evangelio es vivido en lo cotidiano. La vida fraterna es nuestro rostro, vocación y misión, nuestra forma de vivir el Evangelio y dar testimonio de Cristo.

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