En el libro de los Salmos, la Biblia esconde un hermoso tesoro para todos los cristianos. De hecho, esta colección poética, cuya autoría se atribuye principalmente al rey David, puede ser de gran ayuda para nosotros en diferentes momentos de nuestra vida diaria.
Si bien es cierto que, en ocasiones, podemos pensar que el contexto de algunos salmos parece un poco alejado de nuestra realidad cotidiana, también es cierto que en ellos, el salmista describe algunos sentimientos y emociones que son universales, por ejemplo, la alegría, el asombro, la gratitud, la desesperación, la ira, la duda, el miedo, etc… De este modo, se puede decir que a través de los salmos, Dios nos presta sus palabras, para describir aquello que a veces nos cuesta tanto expresar con las nuestras:
- Algunos versículos bíblicos nos tocan de manera muy
especial gracias al lenguaje pictórico y poético que contienen. De hecho,
cuando los recordamos y repetimos constantemente, comienzan a hacer parte
de nuestras vidas, y esto nos lleva a sentir a Dios de una manera más
cercana e íntima.
“Tú creaste mis entrañas, me plasmaste en el seno de mi madre” (Salmo 139:13). - También podemos meditar en los textos bíblicos mediante la lectio divina, la cual nos ayuda a profundizar en ellos, para comprender mejor cómo y por qué su lectura resuena en nuestro ser de manera tan viva: ¿qué me enseña la Palabra sobre mis propias luchas, mis propias heridas, mis propias preguntas?
- Además, los salmos forman parte de la liturgia, por lo tanto, la Iglesia nos anima a cantarlos y a alzar nuestras voces para proclamarlos de manera colectiva, ya que permiten expresar fervientemente nuestra oración, especialmente si queremos manifestar nuestra alabanza y acción de gracias al Señor.
Escrito por: Alice Ollivier de Hozana.org
*Texto traducido del Francés por Sharael Sánchez
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