La Fiesta de San Blas en Carrión de los Condes, mantiene una tradición
muy singular, la de “rodar la naranja”. Esta celebración se ubica en la iglesia
del Real Monasterio de Santa Cara y en la tarde del 3 de febrero se concentran
en el monasterio cientos de fieles para venerar sus reliquias.
De todas las celebraciones del monasterio, la
que goza de mayor tradición entre los carrioneses y comarcanos, es la de la
fiesta de San Blas y el poder venerar su reliquia el 3 de febrero de cada año,
día en el que abandona el relicario del monasterio, para pasar por las
gargantas de los fieles.
Así en la iglesia del Monasterio de Santa
Clara desde la 16:30 horas de la tarde, permanecerá el sacerdote dando a
venerar la reliquia de San Blás, que se pasa por la garganta de los fieles.
Posteriomente a las 17:00 horas se celebrará la Eucaristía ofrecida por los devotos
del santo. Finalizada esta se volverá de nuevo a venerar la reliquia de San
Blas. El sacerdote permanecerá en el templo hasta las 18:45 horas. Pasada esta
hora si continúa habiendo fieles que deseen venerar las reliquias del santo y
cumplir con la tradición local, tendrán que hacerlo en la misma iglesia, pero a
través de la cratícula por donde las mojas de clausura reciben la comunión. A
diferencia de otros años, este año, al coincidir con domingo, queda suprimida
la misa conventual de la mañana y sólo habrá celebración eucarística por la
tarde.
Este día se mantiene la tradición de “rodar
la naranja” tras venerar las reliquias de san Blas. Según quiere una
tradición de origen incierto, los niños van a besar las reliquias de san Blas
con los bolsillos llenos de naranjas. Tras el acto religioso, los niños ruedan
las naranjas en el atrio del monasterio.
Dicho acto de rodar la naranja se justifica
con una fantasiosa leyenda de
origen incierto. Erróneamente se supone, que el origen de esta tradición local
sería la visita del Cid Campeador a sus hijas, que estaban casadas con los
Infantes de Carrión. El Cid tras conquistar Valencia, decidió volver a Castilla
a ver a sus Niñas y entre los regalos que las traía, lógicamente venían las
famosas naranjas de Valencia. Cuando llegó a Carrión, no las encontró, lanzando
todo tipo de insultos a sus yernos. Con el enfado tiró los presentes, entre
ellos las naranjas que rodaron por el suelo. Estas, al ser una de fruta exótica
para los niños castellanos originaron entre ellos una pelea. Con el enfado y
los gritos, perdió el Cid la voz y al salir de Carrión, extramuros de la
ciudad, entró en el Monasterio de Santa Clara la Real, donde al venerar la muñeca
de San Blas y tras que la madre abadesa se la pasara por la garganta, el Cid
recuperó su voz.
Esto es lo que dice la tradición popular, aunque la historia lo
desmiente, ya que las hijas del Cid no se casaron con los Infantes de Carrión y
lógicamente el monasterio de Santa Clara la Real de Carrión de los Condes no se
funda hasta el siglo XIII y además el Cid Campeador vivió en el siglo XI.
Curiosa leyenda de origen incierto que es un guiño más del pasado en el
presente y una buena excusa para acercarse en la tarde del día tres de febrero
por el monasterio de Santa Clara de Carrión, venerar sus reliquias, conocer su
interesante museo o degustar alguno de los dulces artesanos realizados por las
monjas de forma especial para este día: las famosas corbatas o cuellos de San
Blás.
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